miércoles, 22 de julio de 2009

NÚMEROS MICROBIANOS Y EL ECOSISTEMA INTESTINAL

La zona larga del intestino mide de 25-35 pies en un ser humano adulto y se estima puede abrigar cerca de 100 trillones de bacterias vivas. Ésto es aproximadamente 10 veces el número total de células en el cuerpo humano. Estas bacterias vivas explican alrededor de 2 libras del peso del cuerpo y se conoce como flora intestinal. Los virus, los hongos y los protozoos pueden también estar presentes, pero éstos forman normalmente solamente un componente de menor importancia de la población residente total de microorganismos en individuos sanos.

La densidad de microorganismos en la flora intestinal aumenta dramáticamente a partir de 10-1.000 CFU/ml en el estómago a 10-100 mil millones CFU/gm en el intestino grande y éstos pertenecen a tanto como 400 diversas especies, y las bacterias anaerobicas exceden en número a las bacterias aerobicas por un factor de 1000: 1. La flora anaerobica es dominada por Bacteroides, bifidobacteria, bacterias propiónicas y clostridiums. Entre las enterobacterias de las bacterias aerobicas y anaerobicas, principalmente Escherichia Coli, y los enterococos predominan.

Las bacterias se han estimado que constituyen de 35-50% del volumen del contenido en el colon. Influencian los procesos alimenticios, fisiológicos y protectores como remedios naturales. Ambas funciones defensivas directas e indirectas son proporcionadas por la microbiota normal. Específicamente, las bacterias del intestino previenen directamente la colonización por los organismos patógenos compitiendo por los alimentos esenciales o por los sitios del accesorio epitelial. Produciendo compuestos antimicrobianos, ácidos grasos volátiles, y ácidos de bilis químicamente modificados, las bacterias indígenas del intestino también crean un ambiente local que es generalmente desfavorable para el crecimiento de los patógeno entéricos. Este fenómeno se llama Resistencia a Colonizacion, que puede ser definida como la capacidad de los microorganismos que pertenecen a la microflora normal del intestino para impedir la implantación de patógenos. Esta función de la microflora también se conoce como el efecto de la barrera. Mientras que las bacterias probióticas mejoran la resistencia de la colonización y actuan como remedio natural, el pensamiento en consenso es que la importancia de las bacterias del ácido láctico como agentes probióticos impacta más en los mecanismos indirectos tales como immunomodulacion.

La microflora normal o indígena del hombre consiste en una parte residente, que permanece en gran parte con el organismo del anfitrión, y una parte transitoria, que puede cambiar dinámicamente en su composición. Esto no es único para el hombre pues también se aplica a los animales. El volumen de la parte transitoria de la microflora de la zona digestiva depende tanto de la composición de la flora o de la resistencia a la colonización, y del grado de contaminación (cualitativo y cuantitativo también) del alimento y de las bebidas injeridas. En relación con estas últimas, las condiciones higiénicas del ambiente es importante.

Los sistemas de defensa en el intestino se pueden dividir en tres partes: la flora del intestino, la mucosa del intestino y el epitelio y el sistema inmune relacionado.

El intestino, integrado por vellosidades y criptas, está cubierto con moco que protege las células intestinales. En la parte inferior de las criptas existen las células especializadas conocidas como células de Paneth que puedan lanzar moléculas antimicrobianas en el lumen del intestino. La flora intestinal, presente principalmente en el colon, forma una barrera natural a los patógenos. El sistema inmune intestinal abarca las células diseminadas debajo del epitelio y también entre las células epiteliales (linfocitos intraepiteliales). Los linfocitos también se encuentran dentro de más estructuras organizadas, folículos linfoides, con una región central de linfocitos de B y de linfocitos laterales de una región. Sobre estas estructuras, encontramos las células M, que se especializan en el transporte de partículas al folículo. Estas áreas del intestino se conocen como 'parchos de Peyer'. Cuando un linfocito es activado por una célula dendrítica que presenta un antígeno, deja la mucosa en linfa y entra en la circulación sanguínea vía el canal torácico. Este linfocito activado entonces coloniza la misma mucosa u otros sitios de la mucosa.

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