miércoles, 16 de septiembre de 2009

¿QUÉ ES UN PROBIÓTICO?

Hace casi un siglo el microbiólogo ruso Ilya Metchnikoff postulaba que algunas bacterias no son necesariamente perjudiciales para los humanos y que de hecho podian ser benéficas para su salud y bienestar. Y fue el primero que propuso la ingesta de las bacterias vivas contenidas en las leches fermentadas como forma de modular la flora intestinal y así evitar diversas enfermedades y alargar la vida. Sus investigaciones le valieron el Premio Nobel de Medicina en 1907.

Desde entonces, a partir de estas primeras aportaciones, la ciencia ha trabajado para conocer más de lo que hoy son llamados "probióticos" a los que Fuller definió en 1989 como "aquellos microorganismos vivos, principalmente bacterias y levaduras, que son agregados como suplemento en la dieta y que benefician al huésped mejorando el balance microbiano de su flora intestinal".

Estos microorganismos ingeridos a través de la alimentación logran llegar vivos al intestino delgado donde interaccionan con las bacterias de la microflora existente. Además colonizan el intestino grueso y estabilizan la flora intestinal al adherirse a la mucosa del intestino para impedir la actividad de microorganismos dañinos. Por lo tanto, estas bacterias acidolácticas tienen también propiedades inmunomoduladoras en la medida en que estimulan la producción de anticuerpos y refuerzan el sistema inmune.

Se considera un alimento probiótico aquel que cumple una serie de requisitos muy específicos:

-Ha de ser inocuo y sus efectos beneficiosos se pueden medir.

-Los microorganismos activos que lo componen deben sobrevivir al ambiente ácido del estómago y al proceso digestivo.

-Sus componentes deben ser capaces de colonizar el intestino y formar una barrera protectora contra bacterias patógenas como la escherichia coli, la salmonella, la staphilococus, la cándida, etc.

-Ha de ayudar a metabolizar los carbohidratos y a absorber las vitaminas en el tracto intestinal. Debe alterar, equilibrar y fortalecer la flora intestinal al mismo tiempo que estimula las defensas naturales del cuerpo.

-Ha de inducir efectos locales o sistémicos beneficiosos para la salud del huésped, más allá de los meramente nutritivos.

-Debe disminuir y prevenir el riesgo de contraer enfermedades además de mejorar el estado de salud. Estos criterios los cumplen básicamente los alimentos que contienen lactobacilos y bifidobacterias, microorganismos procedentes de la fermentación de la leche que se conocen genéricamente como bacterias acidolácticas.

En lo que se refiere a los lactobacilos existen diversas especies que varían enormemente en sus propiedades de adherencia al epitelio intestinal y en sus patrones de colonización, es decir, difieren ampliamente en sus propiedades probióticas o efectos beneficiosos. Entre los más utilizados en la industria alimentaria destacan los lactobacilos bulgaricus, acidophilus, casei, fermentum y plantarum. Pero además del lactobacilo, otros gérmenes han demostrado potencial terapéutico incluyendo unas pocas especies de Saccharomyces boulardii -una levadura-, la Bifidobacterium y el Streptococcus thermophilus. La clave está en que logren o no sobrevivir a los efectos de los jugos gástricos. Y es precisamente en este punto donde los científicos no se ponen de acuerdo sobre cuáles son probióticos y cuáles no.

En cuanto a la importancia de la actividad de los probióticos cabe decir que los científicos han demostrado su efecto beneficioso en estados patológicos como diarreas, síndrome de colon irritable, vaginitis, infecciones del tracto urinario, desórdenes inmunológicos, estreñimiento, gripe, intolerancia a la lactosa, hipercolesterolemia y alergia alimentaria, entre otras dolencias. Se les atribuye incluso propiedades para frenar tumores malignos en el colon siempre que el nivel de población de microorganismos sea lo suficientemente alto, igual o superior a los 10 millones de células por gramo de contenido, para que ejerza adecuadamente su función. Por tanto, es imprescindible que la ingesta de probióticos sea diaria a fin de mantener niveles elevados en el ecosistema digestivo.

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